La cara B de los halagos

 ¿Te has parado a pensar que la mayoría de las veces que decimos halagos a alguien nos basamos en su físico? “Qué guapa estás” “qué bien te queda ese vestido” “qué cuerpazo se te está quedando desde vas al gimnasio” y un largo etcétera de piropos que decimos a diario sin pararnos a reflexionar sobre las implicaciones que pueden llegar a tener. Y todas estaréis pensando que a quién no le gusta recibir un comentario positivo de vez en cuando, o cómo puede subirnos el ánimo escuchar lo monas que estamos ese día que estamos de bajón, pero qué me decís de cuando hemos cogido peso y de repente nadie te dice lo bien que te sienta la ropa o, en todo caso, se limitan a decir “esa blusa te disimula muy bien la barriga”. ¿No preferirías que te dijeran un “me lo paso genial contigo”, “me transmites mucha confianza”, “qué divertida eres” o un “eres luz”?

 

Muchas veces felicitamos a las personas por aspectos relacionados por su aspecto físico, por cosas que, en muchas ocasiones no pueden cambiar, pero y si empezamos a destacar aquellas cosas que las diferencian, eso que nos trabajamos día a día y que vamos construyendo para llegar a formar la mejor versión de nosotros mismos.

 

Dejemos a un lado el “qué mala cara tienes” cuando nuestra amiga no va maquillada, los “uy qué te pasa” cuando no queremos arreglarnos y vamos con esa camiseta que no sabemos si es la misma con la que has dormido y centrémonos en hacer sentir bien a los demás resaltando lo que más nos gusta de cómo son, eso que nos motiva a estar con ellos.

 

Al hacer eso, eliminamos esa cara B de los cumplidos. Cuando sabes que has cogido unos kilos, te ha salido acné, has perdido pelo por una época estresante o cualquier otra cosa que es contraria a los halagos que has podido recibir. Pues esto causa una ansiedad al saber que, si tú te has dado cuenta, los demás también. Porque si para lo ‘bueno’ se dan cuenta, entonces para lo ‘malo’ también y, aunque quizás no te lo digan, tendrás el temor constante de que lo estén pensando.

 

Vamos a vernos más por lo que realmente somos en vez de por lo que dejamos ver. Vamos a conocernos de verdad, apoyarnos y valorarnos por nuestra persona, no por un exterior que al final, acabará marchitándose, siendo tan sólo parte de los recuerdos de la juventud. Si hacemos esto, seremos la primera generación de deje de mirar atrás en el tiempo y piense ‘ay, qué tonta fui por no hacer lo que quise porque no me sentía bien con mi cuerpo’.

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Nos ayuda la autocrítica a encajar mejor y a gustar más?

¿Te estás comparando con la realidad o con la ficción?

Presentación